El anuncio basa su mensaje en el sistema desarrollado por Mercedes para adelantarse a los posibles peligros y amenazas de la carretera. Y para argumentar la eficiencia de este sistema, utiliza como escenario un pueblecito de la Alemania pre-nazi cuyas carreteras son recorridas por el vehículo al mismo tiempo que podemos observar a un niño corriendo con su cometa. Finalmente ambos sucesos se cruzan y el vehículo atropella al niño que resulta llamarse Adolf.
Por supuesto, se trata de un comercial no autorizado por la marca que real mente ha sido desarrollado por un grupo de estudiantes de la Escuela de Cinematografía de Baden-Württemberg, y cuya polémica ha sido recogida en nuestra prensa.
En mi opinión, estos alumnos han hecho un trabajo muy bueno en cuanto a la calidad de las imágenes y a la escenografía. Sin embargo, es un anuncio que, en el mundo publicitario real, nunca vería la luz. Tan sólo se hubiera quedado como una curiosa idea junto con muchas otras en el cajón del creativo durante su brainstorming. Y es que tal y como te enseñan en el primer año de carrera (y en el primer minuto de tu vida profesional), no basta con que una idea sea buena.
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